EL CUADRO. Cuentan que un estudiante de arte había dado por
finalizado su cuadro y decidió llamar a su maestro para que lo evaluara.
Se acercó el maestro, observó
la obra con detenimiento y concentración durante un rato. Entonces, le pidió al
alumno la paleta y los pinceles y con gran destreza dio unos cuantos trazos
aquí y allá.
Una vez que el maestro terminó,
le regresó las pinturas al alumno. Para asombro de éste último el cuadro había
cambiado notablemente. Ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre a
sublime.
Casi con reverencia le preguntó
al maestro: ¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles,
haya cambiado tanto el cuadro?
“Es de detalles, justamente, de
los que está hecho el arte”. Contestó el maestro.
Al igual que el estudiante,
nosotros tenemos la vista poco afinada. Creemos que cierta etapa de nuestra
vida está terminada, que ya no hay nada más que hacer. Pensamos que un
determinado problema está “resuelto” de la mejor manera y buscamos seguir
adelante o tal vez pensamos que está bien nuestra vida así como está. Tal vez
no es perfecta pero es “lo mejor que podemos hacer” y nos conformamos con el resultado.
Sin importar en qué etapa esté
el cuadro de tu vida, si crees que está terminado o si piensas que aún no has
llegado ni a la mitad pero ya no sabes cómo seguir, llama al Maestro,
preséntale tu cuadro y permite que Él pueda terminarlo.
Dios no se rinde con ninguno de
nosotros y aunque parezca que no está haciendo nada, el Maestro está trazando
líneas finas, dándole toques que cada día nos van acercando más al cuadro final
de nuestras vidas.
Si te detienes un momento,
verás que tu vida no es igual a lo que era hace unos años, o quizás meses.
Muchos no tenemos cambios de 180º de la noche a la mañana, es muy poca la gente
que cambia tanto en poco tiempo.
La mayoría de nosotros hemos
ido cambiando día a día. Dios nos va perfeccionando, a veces, sin que nos demos
cuenta o entendamos lo que sucede e inclusive hay cosas que en su momento
parecen carecer de sentido, pero después, cuando miramos nuestra vida, vemos
que ya no somos los mismos de antes, que nuestras reacciones son diferentes,
que nuestros pensamientos han cambiado, que ya no somos los mismos.
Dale paso al Maestro y permite
que Él haga de tu vida una obra sublime.
Y estoy seguro de que Dios,
quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede
completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva. Filipenses 1:6 (NTV)
No hay comentarios:
Publicar un comentario