«Conocer el amor de
Cristo en la vivencia» Efesios 3:19; 1
Timoteo 2:4; Juan 6:63
En la primera parte del versículo 19,
Pablo dice: «Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento». Aunque el amor de Cristo excede a todo conocimiento, podemos
conocerlo por medio de la vivencia de la verdad. Según nuestra mentalidad,
el
amor de Cristo excede a todo conocimiento, pero nuestra mente natural no puede
conocerlo. No obstante, en nuestro espíritu podemos conocer el amor de Cristo
por medio de nuestra vivencia.
El conocimiento me lleva a saber lo
que soy y tengo en Cristo, lo que me ha dado. El hijo de Dios que posee
inteligencia espiritual, jamás vive vacíos espirituales; porque está lleno del
pleno conocimiento de la palabra de Dios y quiere que los salvados vengan al
conocimiento de la verdad que está en Cristo.
El que tiene conocimiento de la
verdad desarrolla inteligencia espiritual; por lo tanto, entiende la palabra;
interpreta la palabra; percibe la palabra y conoce la palabra de Dios. Jesús
dijo que «el espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las
palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida».
Para adquirir el conocimiento del
amor y la verdad de Cristo se requiere para su desarrollo de un contexto
relacional con Dios por medio de su Palabra; pero no de simple conocimiento de
la Biblia. Muchos creyentes tienen un correcto conocimiento de las doctrinas y
textos; pues conocen bastante de la Biblia. Pero una cosa es saber acerca de
doctrinas y datos sobre la Biblia, y otra muy distinta es conocer la Palabra de
Dios.
En muchos creyentes hay discrepancia,
pues se nota un gran abismo entre su teología y su vivencia. Una cosa es lo que
la Biblia dice, por ejemplo, tocante a las verdades de Dios,
y otra lo que el
creyente experimenta de esas verdades como realidad en su vida. Porque una cosa
es que yo tenga un libro de recetas de cocina, que me enseña cómo preparar una
variedad de platos, puedo entender qué ingredientes utilizar y el proceso para
cocinarlos, pero eso no me alimenta, sino la comida que preparo e ingiero hasta
que se convierten en parte de mi organismo como nutrientes de vida.
De igual forma, puedo tener la
Biblia, conocer su composición, memorizar muchos versículos, entender algunas
de las doctrinas de Cristo, pero no comerlo a Él como Pan de Vida, para mi
sustento y crecimiento saludable y pleno.
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