« ¿Para qué mora
Cristo en mi corazón?» Efesios 3:1-21
Cristo no mora en nosotros simplemente para darnos alguna emoción
placentera en el corazón. Habrá gran gozo, sí, pero este gozo espiritual
depende de la comprensión y la aceptación de la voluntad y guía de Cristo en
nuestras vidas.
De otro modo, el supuesto gozo que tiene la gente es simple emoción
hueca y falsa. La verdad es que mucho del gozo que se observa en las reuniones
de los creyentes evangélicos, está basado en manifestaciones externas, y no en
el entendimiento y conocimiento de una verdad revelada que ilumina y transforma
sus vidas.
Los tres primeros capítulos de Efesios tratan del fundamento de la
iglesia, y los últimos tres, del andar digno del llamamiento de Dios por causa
de la iglesia, ya que el capítulo tres marca el principio de la exhortación que
Pablo da en cuanto a andar de una manera digna del llamamiento de Dios.
En Efesios 3, Pablo se presenta como modelo de uno que lleva a cabo el propósito
eterno de Dios con respecto a la iglesia. Si tuviéramos solamente los capítulos
uno y dos sin el capítulo tres, tendríamos la enseñanza e incluso la visión en
cuanto a la iglesia, mas no, la manera de cumplir la visión. En éste capítulo,
vemos cómo está constituida la iglesia y cómo se experimenta de manera
práctica. No presenta la revelación de la iglesia ni simplemente el andar digno
del llamamiento de Dios por causa de la iglesia; más bien, habla de cómo la
iglesia se constituye prácticamente, en la experiencia cotidiana.
La vida como iglesia, se lleva adelante por salvados, que siguen el
ejemplo del apóstol Pablo. Todos debemos seguir a Pablo en cuanto a recibir la
iluminación en nuestro espíritu y a ser fortalecidos en nuestro hombre
interior. Cuando Pablo dobló sus rodillas ante el Padre, se encontraba en una
prisión en condiciones deplorables, no obstante, estaba tan fortalecido en su
ser interior, que nada podía conmoverlo ni perturbarlo.
Debido a que todo su ser, se hallaba fortalecido en su espíritu, nada
externo podía desanimarlo ni debilitarlo. Nosotros también necesitamos ser
fortalecidos al grado, que nada nos pueda apartar de nuestro ser interior.
Además, necesitamos recordar, que Cristo ha hecho su hogar en nuestros
corazones a fin de ocuparnos y poseernos por completo.
Cuando somos fortalecidos en nuestro hombre interior, y Cristo hace su
hogar en nuestros corazones, podemos entender la revelación. Es menester que
recibamos el mismo entendimiento de la revelación que les fue dada a los
primeros apóstoles y profetas.
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