¡Tienes derecho a estar triste!
En el Día Mundial para la Prevención del Suicidio vi algunas publicaciones sobre
diferentes puntos de vista sobre la depresión y el suicidio. Me llamó la
atención uno de ellos porque decía:
“Soy cristiano y sé
que no tengo derecho a estar triste, por eso cuando me preguntan, siempre digo
que estoy bien.”
Esta declaración me impactó mucho porque es algo que ya he visto
previamente.
Cristiano y tristeza parecen
dos palabras que jamás pueden ir juntas. Muchos asumen que el ser cristiano nos
da felicidad inmediata y nos libra de todos los problemas. Basados en esa
creencia, para algunos cristianos es difícil aceptar la tristeza como
un sentimiento normal y lo que hacen es pretender que no existe. Si alguien les
pregunta cómo se sienten, la respuesta inmediata es “estoy bien”, “estoy
bendecido”, “estoy en victoria”, o alguna otra frase similar. Casi nunca
admiten que están tristes, porque si lo hacen, otros cristianos pueden
decirles que si Dios cambió su vida, no debería haber lugar para la tristeza. O
sino, los no creyentes podrían acusarlos de no ser “lo suficientemente
cristianos” por estar así. Esto lleva a que la tristeza se convierta en algo
vergonzoso y difícil de admitir en voz alta.
Es cierto que la Biblia nos dice que nuestras palabras tienen poder
(Proverbios 18:21) y que debemos cuidar lo que sale de nuestra boca.
También es verdad que cuando Jesús viene a nuestras vidas, cambia nuestro
llanto por alegría (Salmos 30:11). Sin embargo, esto no nos quita el derecho de
sentir tristeza. La tristeza es un sentimiento natural que llega cuando
nos han herido o tenemos un dolor emocional. En la Biblia hay varios ejemplos
de personas que se sintieron tristes y lo expresaron en voz alta, y ésa es la
clave.
La tristeza debe expresarse
Ana, David, Nehemías
y Job son algunos personajes bíblicos que pasaron por momentos difíciles y
estuvieron tristes. Pero en cada caso, ninguno de ellos se quedó con la boca
cerrada y pretendió que todo estaba bien. En cambio, alzaron sus voces para
decirle a Dios lo que sentían. Ellos no tuvieron miedo de aceptar la tristeza
en su vida, sino que la utilizaron para acercarse más a Dios. Esa es la clase
de actitud que debemos tener con respecto a la tristeza y otros sentimientos
similares: no debemos ocultarlos, sino reconocerlos antes Jesús.
Ser cristianos no significa estar libres de problemas ni tristezas. Es
más, la Biblia nos dice que es algo que deberíamos esperar que suceda (Juan
16:33; Mateo 5:11-12). No obstante, tener a Jesús en nuestras vidas marca
una diferencia enorme. Antes de conocerlo teníamos que enfrentar todo por
nuestra cuenta, pero al tener una relación personal con El, podemos estar
seguros que Cristo siempre estará con nosotros (Mateo 28:20; Salmos
27:10).
La tristeza es una estación temporal, no un hogar de refugio
Anteriormente mencioné que tenemos derecho a estar tristes, pero eso no
quiere decir que debemos estarlo siempre. Cuando le confesamos
a Dios nuestra tristeza, él utiliza hasta las peores experiencias de nuestras
vidas para ayudarnos a crecer. Lo cual significa que la tristeza es un lugar
temporal al que podemos ir, pero no en el que debemos quedarnos a vivir. Al
desarrollar una relación cercana con Jesús podemos estar confiados de que la
tristeza tendrá un propósito y que, por lo tanto, debemos aceptarla cuando
venga y superarla de la mano de Dios (Santiago 1:2-3).
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