Una puerta
llamada 2024
Cada año es como una puerta que se nos abre con nuevas
oportunidades. Cuando inició el año 2020 nadie se imaginaba que sería uno de
los años más duros y difíciles que nos tocaría vivir, esa
fue una puerta diferente que Dios usó para darle a la humanidad muchísimas
enseñanzas, entre ellas que somos demasiado vulnerables y que es imposible
vivir sin la gracia divina, por su misericordia estamos a punto de entrar al
2024.
Esta nueva puerta que se nos
ha abierto llamada 2024, también traerá nuevas oportunidades que Dios nos
ofrece para vivirlas tomados de su mano.
De la importancia de las
puertas que nos abre o cierra el Señor es que reflexionaremos el día de hoy.
Una puerta es la entrada o salida a un lugar. La entrada cuando
esta se nos abre y la salida cuando ya cumplimos el propósito por el que
estuvimos en ese lugar. Una puerta también es una oportunidad que el Señor abre
o cierra según su voluntad, como bien lo dice en Apocalipsis 7:1: «Escribe al ángel de la iglesia
en Filadelfia: El Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra, y cierra y
nadie abre...».
Cuando Él nos cierra una
puerta es por nuestro bien y nadie la puede abrir jamás, no insistamos que por
ahí no es; sin embargo, cuando Él nos abre una puerta podemos tener la
seguridad que estará con nosotros y evitará que alguien nos la cierre.
Por muy buena que parezca la circunstancia, tal vez Dios no nos
abra esa puerta o por muy mala que parezca una situación, tal vez sea la puerta
que Dios nos está abriendo porque Él irá delante de nosotros para garantizarnos
el éxito.
Los creyentes en Cristo tenemos la gran bendición de hablar con
Dios por medio de la oración. Cuando oramos, tocamos la puerta del cielo, pero
Dios decide si abre o cierra. Jesús declaró: «Pidan, y se les dará. Busquen y hallarán. Llamen, y se les abrirá.
Porque todo el que pide recibe, el que busca halla, y al que llama se le abrirá» (Mateo
7:7-8). Dios responde a nuestra oración abriendo las puertas según su voluntad.
El apóstol Pablo pidió a la Iglesia de Colosas que lo ayudaran
orando para que el Señor abriera puertas. «A la vez, oren también por nosotros a fin de que el Señor nos
abra una puerta para la palabra para comunicar el misterio de Cristo» (Colosenses
4:3). Nuestras oraciones deben ser para que Dios nos abra puertas de manera que
cumplamos su voluntad antes que la nuestra. El Señor sólo tiene tres tipos de
respuestas a nuestras oraciones: «Si. No. Si, pero en mi tiempo».
En uno de sus viajes misioneros, Pablo y sus acompañantes
tuvieron una experiencia aleccionadora; a pesar de que les movía hacer la
voluntad de Dios en el establecimiento de su Reino en la tierra de su tiempo,
el libro de los Hechos de los Apóstoles (16:6-10), narra cómo «atravesaron la región de
Frigia y de Galacia, porque les fue
prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra
en Asia. Cuando llegaron a la frontera de Misia, procuraban entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Entonces,
después de pasar junto a Misia, descendieron a Troas. Y por la noche se le
mostró a Pablo una visión en la que un hombre de Macedonia estaba de pie
rogándole y diciendo: ‘¡Pasa a Macedonia y ayúdanos!’. En cuanto vio la visión,
de inmediato procuramos salir para Macedonia, teniendo por seguro que Dios nos
había llamado para anunciarles el evangelio».
¿Acaso no era la voluntad de
Dios que predicaran a todas las naciones?, por supuesto que sí, pero se
encontraron que el Espíritu Santo les cerró la primera puerta para entrar en
Asia. Luego procuraron entrar a Bitinia y el Espíritu del Señor no se los
permitió, cerrándoles esa segunda puerta; sin embargo, en la visión del hombre
macedonio se le mostró la puerta abierta para anunciarles el evangelio y hacia allá
fueron.
Aunque pensemos que, por hacer
la obra de Dios, todas las puertas se nos abrirán, vemos que no siempre
sucederá así; pues Dios en su soberanía nos guía por medio del Espíritu Santo,
quien nos abrirá o cerrará las puertas que Él considere, y nosotros
debemos entender que así será.
El apóstol había partido con un plan atinado y realista, pero el
razonamiento humano no siempre es confiable. La Biblia nos dice que confiemos
en el Señor en vez de nuestro entendimiento; «confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia
prudencia» (Proverbios 3:5).
Si queremos obedecer la voluntad de Dios para nuestra vida,
debemos vivir según la dirección del Espíritu Santo; piense en el hecho de que
el Dios del universo está tomando un momento para llamarle la atención y
dirigirle en la dirección correcta. Obedezca al Señor y Él dirigirá sus pasos
por la senda correcta y hacia las puertas correctas.
Por otro lado, el que Dios nos
abra puertas no significa que no tendremos adversidades, al
respecto Pablo escribió: «Porque ahora no quiero verlos de paso, sino que espero quedarme
algún tiempo con ustedes, si el Señor lo permite [si
Dios me abre esa puerta]. Pero me quedaré en Éfeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto una puerta grande y
eficaz, y hay
muchos adversarios» (1ª
Corintios 16:7-9).
¿Se da cuenta?, Dios puede abrirnos una puerta, pero el
adversario tratará de impedir que hagamos la voluntad de Dios, ahí es donde
vemos quién es valiente y quien no para obedecer al Señor.
Un nuevo año es una nueva puerta que Dios nos abre, pero eso no
significa que haremos lo que creamos, sino que debemos hacer su voluntad, pues
habrá puertas que nos abra y otras que nos cierre, pero siempre será para
nuestro bien. Lo que debemos hacer es caminar cada día del año bajo su
infalible dirección, eso nos garantizará sus bendiciones y la victoria final.
Pero, para tener la guía del Espíritu Santo necesitamos haber
creído en Jesús como nuestro único Señor y Salvador; Cristo dice: «Yo soy la puerta. Si alguien
entra por mí será salvo; entrará, saldrá y hallará pastos» (Juan
10:9). Si usted desea ser salvo y asegurar su eternidad en el cielo, le invito
a orar junto conmigo entregando su vida a Jesucristo.
Ore así: Padre
celestial, confieso que he pecado contra ti y me arrepiento de todo corazón por
eso, Jesucristo te pido perdón por mis pecados, límpialos con tu sangre
derramada en la cruz por amor a mi, Jesús te recibo en mi corazón como mi único
Señor y Salvador, lléname con tu Espíritu Santo para que me guíe por cuales puertas
debo entrar, enséñame a orar y háblame cada día a través de tu Palabra. Gracias
te doy Padre, en el nombre de Cristo, amén.
Que el Señor bendiga su vida y
le abra puertas de gracia, así como cierre las que no le convienen durante este
año 2024 que está por comenzar.
Toman de Evangelio Digital.
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