Cuando se escribió el libro de 1 Juan, Jesús ya había ascendido al cielo. Pero nos dice, “Habiendo amado a los Suyos, Él los amó hasta el fin”, y Él quiere que ellos continúen teniendo compañerismo con Él a pesar del hecho de que Él está ahora de regreso allá y nosotros estamos acá abajo sobre la tierra. Juan nos está hablando a Ud. y a mí. Él cubre los siglos, nos mira aquí abajo hoy y dice: “Nosotros queremos que ustedes tengan compañerismo con Él, y es así que se hace.”
"... lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo."
(1 Juan 1:3)
Lo que sucede entonces es bastante maravilloso. ¡Juan nos dice que podemos tener compañerismo con Dios! Uno de los prospectos más gloriosos delante de nosotros hoy es que podemos tener compañerismo con el Padre, con el Hijo y unos con otros. ¿Pero cómo voy a tener compañerismo con Él si yo soy un pecador?
Toda la humanidad ha tratado de hacer esto en tres maneras
diferentes, dos de las cuales son equivocadas.
Bajar a Dios
El primer método es bajar a Dios al nivel del hombre. "Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad."
(1
Juan 1:6)
¡Este es un lenguaje fuerte! Si Ud. y yo decimos que tenemos comunión con Dios y caminamos en tinieblas, somos mentirosos. Soy demasiado cortés para decirlo tan bruscamente, pero Juan hace esa declaración severa. Hay muchas personas hoy que dicen que tienen comunión con Él, y no están arreglando las cosas que andan mal con sus vidas. Amigo y amiga, si Ud. va a caminar con Dios, va a caminar en la luz, pero si hay pecado en su vida, no está caminando con Él. No puede Ud. bajarle a Él a su nivel.
"... Pero si andamos en luz, como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo [sigue limpiándonos] de todo pecado." (1 Juan 1:7)
Él murió para salvarnos de la
culpa del pecado. He sido salvo - eso se llama, justificación. Estoy siendo
salvado - eso es santificación.
Levantar al hombre
El segundo método es un intento
de levantar al hombre al nivel de Dios
El otro lado dice que el hombre
ha alcanzado una perfección sin pecado y que está viviendo en esa meseta muy
alta. Bueno, Juan trata ese enfoque:
"Si decimos que no tenemos
pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros."
(1 Juan 1:8)
Esto es aun peor que ser un
mentiroso. Ud. se está auto engañando. ¿A quién piensa
Ud. que engaña cuando dice que no
tiene pecado? Se engaña a sí mismo,
y Ud. es la única persona que
engaña. No engaña a Dios. Ni engaña
a sus vecinos. No engaña a sus
amigos. Pero, ciertamente se engaña a sí
mismo. Y Juan dice que la verdad no está en
tal hombre porque él no puede ver que es un pecador y que no
ha alcanzado el lugar de perfección.
Sin embargo, muchas personas están
siguiendo esa ruta en su esfuerzo de
cerrar la brecha entre ellos y un Dios santo.
Confesar
El tercer método es confesar.Y a
que no puede bajar a Dios a su nivel y no puede levantarse Ud. a Su nivel, ¿qué
va a hacer Ud.? Juan nos da la alternativa:
"Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad." (1 Juan 1:9)
La palabra
“confesar” es del verbo griego homologeo,
que significa “decir lo mismo”. Esto es
importante. Ud. ha de decir lo mismo
que dice Dios. Cuando Dios en Su Palabra dice que la cosa que Ud. hizo es
pecado, ha de ponerse de lado de Dios y verlo desde ese punto de vista. Y ha de
decir: “Tú tienes razón, Señor, yo digo lo mismo que Tú dices. Es pecado.”
Cuando el Señor Jesús estaba
aquí, Él les lavó los pies a Sus discípulos. Él ha regresado allá ahora, pero
aún lava pies porque “habiendo amado a los Suyos, Él simplemente sigue
amándolos hasta el fin.” (Juan 13:1) Hoy Él está ceñido con una toalla de
servicio. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. (1 Juan 1:9) Tenemos que ir a
Él para limpieza vez tras vez, diciendo: “Mira, Señor. Aquí están mis manos.
Aquí están mis pies. Aquí están mis ojos. Aquí están mis oídos. Aquí está mi
mente. Yo quiero andar contigo, y quiero amarte,
quiero disfrutar de Ti. Quiero tener comunión contigo.”
¿Por qué no va Ud. al Señor, y
simplemente ábrele su corazón y habla con Él como habla con cualquier otra
persona? Dígale sus problemas, sus pecados, sus debilidades. Confiéselo
todo a Él. Dígale a su Padre que quiere tener comunión con Él y que
quiere servirle. Él ha creado una manera maravillosa para que regresemos a Él
para tener compañerismo. Jesús anhela nuestra comunión.
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