1. Alzaré mis ojos a
los montes. ¿De dónde vendrá mi socorro?
2. Mi socorro viene de
Jehová, que hizo los cielos y la tierra
Algunos lo llaman
el Salmo del Viajero; porque el salmista parece estar lejos de casa, expuesto a
los peligros del viaje. Sobresale el tema de la protección de Dios, no sólo cuando uno viaja sino en todas las ocupaciones de
la vida.
También sobresale el énfasis en quién es Dios; es Dios de la creación (vv. 1,
2), Dios de la historia de su pueblo (vv. 3, 4), y de cada miembro de su pueblo
(vv. 5, 6), Dios que nos cuida para siempre (vv. 7, 8). Tal Dios merece toda la
confianza; la fe, en gran medida, depende de la visión que uno tiene de él.
Esperanza en Jehová,
vv. 1, 2 El salmista, viajando entre las montañas se siente inseguro por los
peligros del camino. En la religión cananea los montes, especialmente un monte
en el norte de Palestina, eran la habitación de los dioses. En este ambiente,
el primer impulso es levantar la vista hacia los montes. Pero, inmediatamente
el salmista reconoce lo limitado de esta visión que viene de su ambiente
cananeo y pregunta: ¿De dónde vendrá mi socorro? (La traducción en forma de
pregunta es preferida; concuerda con lo demás del Salmo.) Entonces, el salmista
cristaliza su fe en el v. 2; su socorro no viene de los montes sino de Jehová
que hizo los montes, y los cielos, y la tierra. Precisamente
lo que necesitamos es “socorro”, “ayuda”, ayuda poderosa y continua. Esta ayuda no viene de
falsas religiones, ni de costumbres mágicas, ni de curanderos; solamente viene
de Jehová. 2. Protección constante de Jehová, vv. 3-6 Los vv. 3 y 4 destacan
cuán cuidadosa es la protección de Dios sobre sus hijos. No se le escapa ningún
detalle. Ni se adormecerá significa que Dios no deja de fijarse en los detalles
de cada uno. Sólo un Dios infinito puede poner tal atención en detalles, tan
constantemente y a cada uno de los millones de creyentes. Por el cambio de
pronombres (“yo” y “tú”), algunos hablan del carácter dialogístico del Salmo,
pensando que aquí otra persona habla. Pero a menudo el salmista cambia el
diálogo a sí mismo. Tu protector es la misma palabra (shamar) que “guardar”; se
usa seis veces en los vv. 3-8.
La sombra es importante
en estos países desérticos, protege del intenso calor del sol (v. 6). El
contraste en el v. 6 es una manera hebrea de usar dos opuestos para hablar de
la totalidad, se llama “inclusión”; en este caso, señala la totalidad de los
peligros. 3. Seguridad en Jehová, vv. 7, 8 El salmista sigue destacando la seguridad
que tiene en Dios, pues él no sólo le guarda de los peligros del camino, sino
de todo mal, guarda toda su vida. Asimismo, en el v. 8, tu salida y tu entrada es otra
“inclusión” que abarca todos los aspectos de la vida. ¡Qué confianza nos da
saber que esta protección es segura desde ahora y para siempre!
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