sábado, 4 de noviembre de 2017

Jonás. Predicando a una nación extranjera (Jonás 1 y 3)
El libro de Jonás es sorprendente: contrarrestar el rasgo pecaminoso del nacionalismo del pueblo elegido y manifestar el aspecto extra-terrestre de Su gracia. La gloriosa nación faro queda bastante mal parada. Los rasgos negativos del nacionalismo son muy tenaces. “¿Actuar para el beneficio de los crueles enemigos de mi Pueblo elegido? ¡¡Jamás!!” No tiremos la piedra al anti-héroe Jonás, ¿Cuánto tiempo dedicas al año a orar tú por otras naciones, y por la tuya? Jonás con compasión cero. Que mueran los enemigos, Israel estará más seguro. No tiremos la piedra a Jonás, por ejemplo la repentina llegada masiva de inmigrantes en las fronteras de Europa supone ciertos riesgos. Pero, ¿no vemos que Dios permite estas cosas para que oremos y ayudemos a tantos desarraigados necesitados que podrían ver Su amor y Su gracia, amén de la acogida brindada por algunos Sus hijos. 


Jonás está en huelga de oración, huye. Los verdaderos héroes del libro son paganos (marineros y Ninivitas) y oran mucho ellos (¡vaya lección nos dan!), y Dios les escucha. Jonás orará, cierto, pero en el capítulo 2 y para agradecerle a Dios por su Gracia hacia él (no hacia los extranjeros enemigos de su pueblo), y ¡¡en el capítulo 4 para quejarse de la gracia de Dios hacia los enemigos!!
La gran comisión nos encomienda a todos sus seguidores a orar, evangelizar, hacer discípulos por todas las naciones. No todos pueden ir, pero todos pueden y deberían orar. 

“¿Orar, evangelizar, pa… qué?, ¡no me van a hacer caso!” Pero Dios llama a personas que lo tienen difícil por su contexto (discapacitados, prisioneros del Islam). Toca su conciencia incluso con un mensaje en que sólo destaca la mala noticia. “¿Oraba Jonás? Qué va, se sentó en la sombra debajo de su enramada, “hasta ver qué acontecería en la ciudad”. Para poder decir luego: “Lo dicho Señor, ya lo sabía, no hacen caso, ¡lo ves…!” 
Si era difícil ir a Siria para predicarles ¡¡nos manda a los Sirios a casa nuestra!! Como nuestro Señor, transformémonos en anti-Jonás, manifestemos el amor de Dios por nuestras acciones y oraciones. 


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