Debilidades con potencial.
No busquemos
esconder nuestras debilidades, ni perdamos el tiempo justificándolas sin razón.
Versículo: 2 Corintios 12:9 pero él me dijo: «Te
basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por lo
tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que
permanezca sobre mí el poder de Cristo.
Existe
una tendencia universal en el ser humano a esconder sus debilidades. Estamos
tristes, pero ponemos cara de alegría. Deseamos llorar, pero contenemos
nuestras lágrimas. Nos sentimos abrumados, pero aparentamos estar en control.
Experimentamos la depresión, pero
buscamos convencer a los demás de nuestro buen ánimo. Todo esto no hace más que
revelar con gran claridad la inmensa importancia que le damos, como seres
humanos, a la imagen que otros tienen de nosotros.
Deseamos que los demás nos vean como
triunfadores, como personas que camínanos con paso firme hacia objetivos claramente
definidos en la vida. Por esta razón nos resistimos a toda costa a revelar esas
cosas que muestran nuestra verdadera condición de seres frágiles y débiles. Pablo declara que gustosamente se gloriaría
en sus debilidades. ¿Se detuvo alguna vez a pensar en lo alocado de semejante
declaración? No solamente no hará esfuerzo por esconder sus debilidades,
sino que ¡se gloriará en ellas! Lejos de producirle vergüenza, las mostrará
cómo las verdaderas marcas de su dependencia absoluta de Cristo.
¡Francamente, nos resulta incomprensible la actitud del apóstol! No dejamos,
sin embargo, de sentir en nuestros corazones una admiración profunda por su estilo
de liderazgo. Recorra usted por un momento, en su mente, la historia del pueblo
de Dios. ¿Puede usted pensar en alguna persona que alguna vez fue utilizado por
sus fuerzas y virtudes? Abraham era un anciano incapaz de engendrar hijos.
José era un esclavo olvidado en la cárcel. Moisés era un pastor de ovejas
tartamudo. Gedeón era el menor de su casa y, además, pobre. David era un simple
pastor de ovejas. Nehemías no era más que el copero del rey. Jeremías era joven
e inexperto. Juan el Bautista era un desconocido que moraba en el desierto. Los discípulos eran simples pescadores, hombres sin letras ni
preparación alguna. A Pablo, el fogoso perseguidor de la iglesia,
deliberadamente lo debilitó el Señor, enviando una espina en la carne que lo
atormentaba. Cuando tapa o esconde sus
debilidades, buscando hacerse fuerte, Cristo pierde poder en su vida. Estos son simplemente los héroes de las Escrituras! ¿Qué diremos
de figuras como Lutero, Wesley, Hudson Taylor, Moody, Spurgeon, o tantas otras
figuras que marcaron profundamente la historia del pueblo de Dios? Todos ellos,
sin excepción, fueron útiles porque permitieron que sus debilidades fueran el
medio por el cual Dios expresó su gloria. No trate de disimular sus
debilidades. No busque esconderlas, ni
pierda el tiempo justificándolas. Cuando
usted las tapa o esconde, buscando hacerse fuerte, Cristo pierde poder en su
vida. Hágase amigo de sus debilidades. ¡Sus debilidades son la puerta para
que toda la plenitud de Dios se manifieste en su vida!
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