sábado, 1 de junio de 2013

Una palabra profética segura
Nunca antes el mundo había experimentado una necesidad tan grande de oír la Palabra de Dios como en estos tiempos.
La ciencia, el conocimiento, el desarrollo tecnológico, la vida moderna no han podido satisfacer las demandas existenciales del ser humano y miles se han vuelto a la búsqueda de respuestas en el misticismo, el esoterismo, religiones ancestrales, cultos espiritistas, métodos de relajación y autocontrol, y otros tantos, que la lista podría ser interminable. Pero estamos conscientes de que la respuesta a toda esa búsqueda está en las manos de Dios, y que Él nos las ha revelado a través de su Palabra. Porque como escribiera el apóstol Pedro: Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien, en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones…
(2 P.1:19). Frente a este enorme reto, nosotros como Iglesia de Jesucristo, conocedores y depositarios de la verdad de su Palabra, que es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, tenemos la responsabilidad de continuar capacitándonos, entrenándonos, y disponiéndonos a compartir este mensaje de salvación a nuestra familia, amistades, y comunidad.
Es el Señor y su Palabra quienes dan sentido a la vida, enriquecen el alma, dignifican al ser humano, levantan al caído, fortalecen al débil, consuelan al afligido, guían al extraviado, educan al niño, salvan al perdido e imparten vida y vida en abundancia.

La necesidad más grande que tiene el mundo del siglo veintiuno es la de oír la Palabra de Dios. Palabra que lo confronte con el pecado y que presente a Jesucristo como único y suficiente Salvador. Porque en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hch.4:12).

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